Sara. Abraham. Agar. Ismael. Dios

 

SARA. ABRAHAM. AGAR. ISMAEL. DIOS

 

“Sara vio que el hijo de Agar, la egipcia, jugaba con su hijo Isaac. Y dijo a Abraham: Echa a esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac. Esto afligió profundamente a Abraham, ya que el otro también era hijo suyo. Pero Dios le dijo: No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara (escucha su voz) lo que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y en cuanto al hijo de la esclava, Yo haré de el una gran nación, porque también es descendiente tuyo. A la madrugada del día siguiente, Abraham tomo un poco de pan y un odre con agua y se los dio a Agar; se los puso sobre las espaldas, y la despidió junto con el niño. Ella partió y anduvo errante por el desierto de Bersheva. Cuando se acabo el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos, y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, y pensó: al menos no vere morir al niño. Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos. Dios escucho la voz del niño, y el ángel de Dios llamo a Agar desde el cielo ¿Qué te pasa Agar?, le dijo, No temas porque Dios ha oído la voz del niño que está ahí. Levántate, alza al niño y estréchalo bien en tus brazos, porque Yo haré de el una gran nación. Enseguida Dios le abrió los ojos y ella divisó un pozo de agua. Fue a llenar el odre con agua y dio de beber al niño” (Genesis 21:8/19)

Sara le hablo a Abraham, ¿Cómo es que Dios se entera? Puedo responder que escuchó la voz de Sara, pero casi al instante le dice a Abraham lo que debiera hacer, Dios se enteró lo que Abraham sintió, es decir no hace falta grandes reuniones para estar en unión con Dios, dado que Él nos conoce.

Que maravilla el texto “Dios escuchó la voz del niño”, el niño no dijo palabra, tal vez expresó su sentir en voz inaudible, pero Dios la escuchó.

Al mismo tiempo y sin que Agar dijese palabra alguna Dios le abre los ojos y ella visualiza un pozo con agua y le dio de beber a Ismael.

En virtud de lo escrito Dios resolvió todos los problemas sin que ninguna persona se dirigiese a Él, este relato hace realidad lo dicho oportunamente por Dios. “Yo estoy contigo, te protegeré adonde quiera que vayas y te haré volver a esta tierra, pues no te abandonaré hasta que no haya cumplido todo lo que te he dicho” (Genesis 28:15) son palabras dichas por Dios a Jacob, en mi opinión cada uno de nosotros somos Jacob.

No hay absolutamente nadie sobre esta tierra que nos conozca mejor que Dios, ni siquiera nosotros mismos.

El Dios todopoderoso es un Dios personal y cercano al que le interesan los detalles que forman parte de nuestra vida.

Esta es una verdad recurrente en el Salmo 139.

Dios nos conoce desde aun antes de nacer y su presencia nos acompaña desde entonces.

Démosle gracias no solo porque nos conoce sino porque El también nos ama y anhela ser nuestro amigo, cuidarnos y guiarnos por siempre.

Dios nos conoce en lo más íntimo.

El salmista nos habla sobre un Dios personal al que le interesa todo lo relacionado con sus hijos.

Dios conoce desde lo más trivial hasta lo más profundo y secreto de nuestras vidas.

Vemos que Él sabe cuándo nos acostamos y cuándo nos levantamos, el ajetreo diario que nos agobia y nuestro tiempo de descanso.

También conoce la profundidad de nuestros pensamientos, sentimientos y las palabras, aun antes de que las digamos.

Dios también sabe lo que sucede en nuestro corazón, la intención que hay antes de que expresemos algo.

Él sabe lo que acontece durante ese proceso en el que analizamos y filtramos lo que es prudente decir y lo que no.

Los humanos oyen nuestras palabras, pero Dios conoce la intención del corazón.

Y precisamente, ya que El conoce nuestra verdad interior, ha decidido poner su mano sobre nosotros.

Él sabe bien que necesitamos su guía, su toque de amor y su protección. Como Padre amoroso que es El, cuida de nosotros y nos dirige con ternura para que hablemos, obremos y vivamos de forma agradable a Él.

Hay momentos en la vida en los que desearíamos estar totalmente solos. Sea por algún problema o por una situación que nos sobrepasa buscamos alejarnos de todo y de todos. No podemos escondernos de su presencia. Dondequiera que vayamos, sea la hora que sea, Él está con nosotros.

Él conoce todas nuestras luchas y no nos deja abandonados: siempre nos acompaña.

Él sabe todo, ve todo y está siempre dispuesto a acompañarnos, a ayudarnos, a guiarnos y a sostenernos con su mano. ¿Se lo permitiremos?

El Rabino Jonathan Sacks (Z”L) dijo: “Dios se dirige a nosotros, seres humanos, todo el tiempo, si no lo escuchamos, incluso Dios no puede hacer absolutamente nada”.

Dios nos conoce desde antes de nacer, formó nuestro cuerpo con cada pequeño detalle.

Somos su creación más especial, fuimos hechos a su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27).

Cuando pensamos en las personas que hay en este mundo, cada una valiosa, única e irrepetible, no podemos más que asombrarnos ante la impresionante creatividad de Dios. ¡Somos creación admirable definitivamente!

Mucho más impresionante es el hecho de que Dios nos conoce desde antes que nadie supiera que existíamos.

Nos creó con sus dedos de amor, cada célula y cada parte de nuestro cuerpo... 

No menospreciemos la obra del Señor. Valoremos nuestra vida y la de todos los demás: nacidos y por nacer, niños, adultos o ancianos.

Hablemos con Dios. Aceptemos que examine lo profundo de nuestro ser y que nos conduzca por su camino, el camino eterno.

En hebreo el verbo que utilizamos para decir “rezar” es LEHITPALEL.

Este es un verbo reflexivo, es decir que la acción se verifica dentro de nosotros, por lo tanto, rezar es una acción que se realiza dentro de la persona, que intenta ver en su interior que debe repetir y que debe corregir.

Como corolario de ello podemos decir que no hacen falta templos para hablar con Dios, podemos hacerlo en forma individual y/o colectivamente.

Lo que llamamos templo o sinagoga en hebreo se llama Beit Hakneset es decir en traducción literal “casa de reunión/encuentro”, por lo tanto, el templo es un lugar para que los seres humanos nos encontremos a fin de estudiar como así también para hacer proyectos que nos lleven a reparar el mundo que Dios nos ha entregado para cuidarlo y trabajarlo.

Sugerimos que los seres humanos nos encontremos de corazón a corazón en un templo con el fin de conversar, escucharnos, dejar de lado los intereses personales, construir paz y transmitirles a otros nuestra intención para que juntos hagamos, no solo hablar, lo necesario para vivir en paz.

 

Amanda Adriana Arimayn. Arquitecta

Arieh Sztokman. Rabino.

13.10.2022

rabinoariehsztokman40@gmail.com

Tel. +5491144384946

 


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