YOM KIPUR

 

Yom Kipur

 

Yom Kipur, día de ayuno, comienza en la noche del 4 de octubre y finaliza al anochecer del 5 de octubre de 2022 según el calendario gregoriano.

De acuerdo al calendario hebreo de 5783 comienza en la noche del 9 de Tishrei y finaliza el 10 de Tishrei al anochecer.

Nos abstenemos de comer, beber, acicalarnos, calzar zapatos de cuero y de tener relaciones conyugales.

 

Rosh Hashaná, el aniversario de la creación, se trata de lo que significa ser humano bajo la soberanía de Dios.

Yom Kippur se trata de lo que significa ser yo, esta persona única, valiosa e irrepetible que soy. 

Nos hace preguntar, ¿Qué he hecho con mi vida? ¿A quién he lastimado o dañado? ¿A quién ayude? ¿Cómo me he comportado? ¿Qué he hecho con el regalo más grande de Dios, la vida misma? ¿Para qué he vivido y por qué seré recordado? ¿Qué hice que no debía haber hecho? ¿Qué debía haber hecho que no hice?

Todas estas preguntas y muchas mas las hacemos en Yom Kipur y la debiéramos hacer todos los seres humanos que habitamos el planeta tierra.

Sin duda, hacemos estas preguntas en compañía de otros.  Oramos juntos, confesamos juntos y nos entregamos juntos a la misericordia de Dios, no obstante, Yom Kippur sigue siendo un día intensamente personal de conciencia y autocrítica.

No siempre es fácil sentir el amor de Dios, pero está ahí, sosteniéndonos suavemente, diciéndonos que cada mal del que nos arrepentimos es perdonado, cada acto de bondad que realizamos no se olvida, que estamos aquí porque Dios quiere que estemos y porque hay trabajo que Él necesita que hagamos. 

Él nos ama como un padre ama a un hijo y tiene fe en nosotros.

Que nunca flaquea por muchas veces que fallemos. 

Dios, nos conoce a cada uno de nosotros por nuestro nombre, y por ese conocimiento nos confiere una dignidad inalienable y un amor incondicional. (Salmo 139)

Teshuvá significa “volver a casa”.

En ningún otro momento, salvo circunstancias excepcionales, estaremos tan cerca de Dios como en Yom Kippur. 

Ayunamos, oramos y reunimos el coraje para buscar en nosotros mismos. 

Estamos facultados para hacerlo por nuestra creencia inquebrantable de que Dios nos ama, perdona y tiene más fe en nosotros que nosotros mismos. 

Podemos ser mejores de lo que somos, mejores de lo que éramos. 

Y aunque hayamos tropezado y caído, Dios extiende su mano para levantarnos, dándonos la fuerza para recuperarnos, resistir y crecer para convertirnos en la persona que Él nos llama a ser: una bendición para los demás, un vehículo a través del cual Su luz fluye en el mundo, un agente de esperanza, Su socio en la obra de la redención.

La fe es el coraje de arriesgarse, es salir de nuestra zona de confort. 

Ser un ser humano de bien es creer que los males de este mundo son evitables, remediables; que podemos reparar algunas de las fracturas de la humanidad; que nosotros, amando a los demás como Dios nos ama, podemos traer la presencia divina a nuestras vidas, convirtiendo un poco de la prosa de la condición humana en poesía y canto.

En Yom Kippur, Dios nos está llamando a la grandeza.

No necesitamos ser ricos o exitosos o famosos o poderosos para encontrar favor a los ojos de Dios y de nuestros semejantes.

 Todo lo que necesitamos es, gracia, amabilidad, compasión, rectitud e integridad.

De eso se trata Yom Kippur: encontrar el coraje para dejar de lado la fanfarronada afirmación de que estamos en lo correcto cuando en verdad sabemos que a menudo estamos equivocados.   

Creyendo como creemos que incluso los más grandes son meramente humanos, también sabemos que incluso los meramente humanos, nosotros, también podemos ser grandes.

 Y la grandeza comienza en la humildad de reconocer nuestras virtudes, defectos y faltas.

La grandeza a la que Dios nos está llamando, aquí, ahora “no está en el cielo ni al otro lado del mar”, sino en nuestros corazones, mentes y vidas, en nuestros hogares y familias, nuestro trabajo y sus interacciones, el tenor y la textura de nuestras relaciones, la forma en que actuamos y hablamos y escuchamos y pasamos nuestro tiempo. 

Podemos vivir vidas de belleza moral y profundidad espiritual. 

Podemos abrir nuestros ojos a la presencia de Dios a nuestro alrededor, inclinar nuestro oído interno a la voz de Dios dentro de nosotros. 

Podemos traer bendiciones a la vida de otras personas.

Y ahora, en absoluta humildad, nos volvemos a Dios, suplicándole que nos selle en el libro de la vida para que podamos cumplir la tarea que nos ha encomendado, ser sus embajadores ante la humanidad.

Amanda Adriana Arimayn. Arquitecta

Arieh Sztokman. Rabino

rabinoariehsztokman40@gmail.com

Tel. +5491144384946

GMAR JATIMA TOVA

 

 

 

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