JOSE, EL MENTOR
Jose, el
Mentor
En este próximo Shabat (día de descanso) 24 de diciembre de
2022 del calendario gregoriano, 30 del mes de Kislev de 5783 del calendario
hebreo (Rosh Jodesh-principio del mes-Tevet), leemos en la Torá la parashá
(sección) Miketz (al termino)-Genesis 41:1-44:17-
“Como
esclavo fue vendido José, afligieron con grilletes su pie, en cepo férreo lo
pusieron, hasta el tiempo de cumplirse su palabra, el verbo de Dios lo
purificó. Él envió un rey que lo libró, Gobernador de pueblos que lo desligó.
Lo nombró Señor de su casa, gobernador de toda su riqueza. Para que instruyera
a sus ministros con su sabiduría y a sus ancianos hizo saber” (Salmo 105:17/22)
Con
estas palabras el salmista, describe la vida y el ascenso de José hasta la
corte real. Es importante destacar que el salmista no menciona a José como
intérprete de sueños, sino como hombre sabio que instruye a los consejeros del
reino de Egipto.
Es
por su inteligencia que José puede deslumbrar al Rey (Faraón), amante de la
sapiencia.
Por
supuesto, la concepción de José en cuanto a las cosas, es diametralmente
opuesta a la de los magos que circundan al Faraón.
José
habla permanentemente de Dios, los magos egipcios y, seguramente, también el
Faraón idolatraban al rio Nilo.
Para
José, continuador de la tradición monoteísta de los patriarcas, el rio Nilo es
un elemento más de la naturaleza creada por Dios. José despierta admiración por
la valentía y libertad de sus pensamientos.
José
combina en su persona una sapiencia profunda con el conocimiento del corazón
humano, siente simpatía por el destino del hombre y posee, además, sentido
práctico frente a las cosas.
En
otras palabras, el cerebro y corazón actuando al unísono.
Casi
todo lo que le pasa a José en su vida puede definirse en dos categorías: la
primera, es lo que le hacen a él.
Su
padre lo ama, sus hermanos le tienen envidia, lo odian, y planean matarlo y/o
venderlo como esclavo.
Esto
es extraordinario. José es el centro de atención en todo momento, como si
estuviera en una obra de teatro, y, sin embargo, una y otra vez, termina siendo
el objeto de las acciones de otros, más que acciones del propio sujeto.
La
segunda categoría es más llamativa aún: José hace cosas.
Pero,
en una secuencia de descripciones única, la Torá atribuye explícitamente sus
acciones y sus éxitos a Dios.
Ningún
otro personaje de la Biblia hebrea (Tanaj) lo expresa en forma tan clara,
consistente y repetitiva.
José
parece decidido, organizado y exitoso, y así aparecía ante los demás. Pero,
dice la Torá, no era él sino Dios el responsable de sus acciones y de sus
éxitos.
Aparte
de ese caso, cada paso de su destino permanentemente cambiante, es el resultado
de la acción de otros, ya sea de otra persona o de Dios.
Lo
que deseamos que ocurra, ocurre, pero no siempre cuando lo esperamos, o en la
forma que esperamos, o simplemente porque deseamos que ocurra.
Somos
libres y tenemos nuestra responsabilidad.
Dios
está íntimamente involucrado en nuestra vida.
Mirando
hacia atrás, ahora en la vejez, frecuentemente podemos apenas discernir en la
nebulosa del pasado que una historia se fue modelando, un destino lentamente
emerge, guiado en parte por hechos aleatorios.
Sin
embargo, retrospectivamente, parecería como si fueran piezas de ajedrez movidas
por una mano invisible que sabía exactamente donde quería que estuviéramos.
Este
es el juego paradójico entre el destino y el libre albedrío.
Sin
nuestro esfuerzo nada se obtiene.
El
judaísmo encontró una forma simple de resolver la paradoja. Por lo que hacemos
mal, asumimos la responsabilidad. Por lo bueno, agradecemos a Dios.
José
es nuestro modelo, nuestro maestro.
Aprendamos
de José, haciendo en favor de uno mismo en primera instancia, para luego ayudar
a otros para que también hagan en favor de su crecimiento personal y así, juntos, podamos lograr nuestra propia alegría
y la de los demás.
Amanda
Adriana Arimayn. Arquitecta
Arieh
Sztokman. Rabino
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