EDUQUEMOS - Parasha BO

 

EDUQUEMOS

 

En este próximo Shabat 28 de enero de 2023 del calendario gregoriano, 6 de Shevat de 5783 del calendario hebreo, leemos en la Torá la parashá Bo (Éxodo 10:1 – 13:16)

 

El texto de la parashá Bo en tres ocasiones se refirió al mismo tema: los niños, la educación y el futuro distante.

Y cuando tus hijos te pregunten “¿Qué significa este ritual?” les responderás: “Es el ritual de Pesaj de sacrificio para el Señor, porque Él salteó las casas de los israelitas en Egipto cuando golpeó a los egipcios, pero salvó nuestras casas.” (Éxodo 12:26/27)

Y le explicarás a tu hijo en ese día: “Es por lo que el Señor hizo por mí cuando me liberó de Egipto.” (Éxodo 13:8)

Y cuando, en el tiempo en que eso ocurra, tu hijo te pregunte “¿Qué significa esto?” le dirás: “Fue con mano fuerte que el Señor nos sacó de Egipto, de la casa de la esclavitud.” (Éxodo 13:14)

Moisés habló del futuro distante y del deber de los padres de educar a sus hijos. Hasta insinuó – así lo entendió la tradición judía – que debemos incentivar a los niños a hacer preguntas, de tal manera que el manejo de la herencia judía no sea un aprendizaje de memoria, sino que resulte del diálogo activo entre padres e hijos

Cualquier pregunta hecha desde el respeto es el comienzo de un viaje hacia Dios.

Cuando la fe suprime las preguntas, muere.

Cuando acepta respuestas superficiales, empieza a desvanecerse.

La fe no es lo opuesto a la duda. Lo que se opone a la fe es la certeza superficial de que lo que conocemos es todo lo que hay. (Extraído del libro Celebrar la vida. Autor Rabino Jonathan Sacks (Z” L). 

Entendemos, a fin de universalizar conceptos y democratizar el conocimiento, que lo que ha sido y es bueno para la comunidad judía, puede ser también bueno para el resto de la humanidad.

Por todo esto, el judío fue el pueblo de la historia que predicó su supervivencia en base a la educación.

El deber más sagrado de los padres era y es, educar a sus hijos.

Pesaj (Pascua-Festividad de los panes azimos) se transformó en un seminario continuo en el traspaso de la memoria.

Los habitantes de la Mesopotamia erigieron los zigurats.

Los egipcios, las pirámides.

Los griegos, el Partenón.

Los romanos, el coliseo.

Los judíos construyeron escuelas.

Es por eso, que, de todas las civilizaciones del mundo antiguo, el pueblo judío aún perdura, continuando con la vocación de sus ancestros.

¿Cuántos imperios han nacido y han desaparecido, mientras que la condición humana permanece sin transformación ni redención?

Hay una sola manera de cambiar el mundo, y es mediante la educación de valores a fin de aplicar el versículo que dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, el valor máximo.

Es necesario educar, no solo a los niños la importancia de la justicia, la rectitud, la bondad y la compasión.

Debemos educar que la libertad solo puede sustentarse por las leyes y la práctica del respeto a la creación de Dios.

Y debemos estimular a los hijos para que pregunten, desafíen y discutan. Debemos respetarlos para que ellos sepan respetar los valores que queremos transmitirles.

Esta es una lección que la mayoría de las culturas no ha aprendido después de más de tres mil años.

Hagamos la diferencia entre enseñar (poner dentro) y educar (sacar de adentro).

Las revoluciones, protestas y guerras civiles todavía se llevan a cabo, alentando al pueblo a pensar que con remover a un tirano o tener una elección democrática se terminará la corrupción, habrá libertad, y eso conducirá a la justicia y al imperio de la ley – y todavía la gente se sorprende y se decepciona cuando eso no se produce.

Lo único que ocurre es un cambio de rostros.

Todos los que genuinamente buscan aprender, ya sean ateos o creyentes, científicos o místicos, están unidos, teniendo no una fe, sino teniendo la fe misma.

Su seña de identidad es el respeto, su costumbre de respetar la elocuencia del silencio.

Porque la mano de Dios puede ser la mano del hombre, si alcanza la benevolencia, y la voz de Dios puede ser nuestra voz si lo que expresamos es la verdad y solo la verdad. (Extraído del libro Celebrar la vida.

Autor Rabino Jonathan Sacks (Z” L)

Lo que Dios le enseñó a Moisés fue que el verdadero desafío no está en lograr la libertad; está en sostenerla, manteniendo vivo el espíritu de libertad en el corazón de las sucesivas generaciones.

Esto solo puede lograrse mediante un permanente proceso de educación en valores.

Tampoco es algo que pueda delegarse en los maestros, en las escuelas.

Una parte debe formularse en la familia, en el hogar.

El verdadero cambio del comportamiento humano requiere del esfuerzo de muchos.

Por eso debemos darle la máxima prioridad a la educación en lo personal, en la inmediatez y para el futuro.

 

Amanda Adriana Arimayn. Arquitecta

Arieh Sztokman. Rabino

 

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