Celebrando el cumpleaños de
una persona conocida, me acerqué a él y le dije el augurio conocido en
nuestra tradición judía “hasta los 120”. Me agradeció y en tono de broma me
dijo ¿Por qué me pone límites? Todos los presentes esbozamos una
sonrisa.
Ese número está establecido
como el límite máximo de longevidad en Génesis 6:3 y está asociado
especialmente a Moisés, sobre el cual dice la Torá:
“Moshé tenía ciento veinte
años cuando murió, pero sus ojos permanecieron sin velo y su fortaleza
intacta” (Deuteronomio.34:7).
Junto con Abraham, hombre de
personalidad y circunstancias muy diferentes, Moshé es el ejemplo de cómo
envejecer bien. Con la extensión actual de la longevidad humana, este es un
tema importante y significativo para muchos de nosotros. ¿Cómo se hace para
envejecer y seguir siendo joven?
Los investigadores trataron
de descifrar qué factores – desde el tipo de personalidad, inteligencia,
salud, hábitos y relaciones – contribuyen al florecimiento de la persona.
Entre las múltiples
dimensiones del envejecimiento exitoso, se identificó a dos que son especialmente
relevantes en el caso de Moisés.
La primera es la generatividad,
o sea, el ocuparse de la generación siguiente, “invertir en la propia
existencia mediante formas de vida y trabajo que trascenderán al
individuo.”
En la mitad de la vida, o
más adelante, cuando hemos desarrollado una carrera, una reputación y una
serie de relaciones, podemos estancarnos o decidir hacer una devolución a
la comunidad, a la sociedad o a la futura generación.
Otra dimensión relevante ser
el guardián del significado.
Con eso quiere referirse a
la sabiduría que viene con la edad, algo que por lo general es más
apreciado por las sociedades tradicionales que por las modernas o
posmodernas.
Los “ancianos” mencionados
en el Tanaj (Biblia hebrea) son valorados por su experiencia.
“Pregúntale a tu padre y él
te dirá, a tus mayores, y ellos te lo explicarán,” Dice la Torá (Deuteronomio
32:7).
Ser el guardián del
significado consiste en entregar los valores del pasado al futuro.
La edad trae consigo la
reflexión y desapego que nos permite dar un paso atrás y no ser sometidos a
la moda del momento, al estilo pasajero o a la locura de la multitud.
Necesitamos esa sabiduría
especialmente en una era tan acelerada como la actual donde enormes éxitos
pueden ser logrados por personas aún bastante jóvenes.
Lo que es impactante del
libro de Deuteronomio, que transcurre enteramente en el último mes de la
vida de Moisés, es cómo describe al anciano, pero aún apasionado líder
dedicado a la doble tarea de la generatividad y de ser el guardián del
significado.
Moisés en sus últimos días
dedicó su atención a la próxima generación y se embarcó en un nuevo rol.
Moisés el libertador y
legislador, asumió la tarea por la cual se lo conoce
tradicionalmente: Moshé Rabenu, “Moisés nuestro maestro.”
Les contó a los jóvenes hijos
de Jacob quiénes eran, de dónde venían y cuál sería su destino.
Les dio leyes, y de una
forma novedosa dentro de su contexto social. Habló sobre la justicia, el
cuidado de los pobres, la consideración con los empleados y el amor al
extranjero.
Les comentó acerca del amor
de Dios por sus ancestros, y los urgió a devolver ese amor con todo su
corazón, fuerza y alma.
Restableció el pacto,
recordándole al pueblo las bendiciones que recibiría si mantenía su fe en
Dios.
Él les mostró el significado
de generatividad, dejando tras de sí un legado que lo
trascendió, y lo que significa ser el guardián del significado,
resumiendo toda su sabiduría para reflexionar sobre el pasado y el futuro,
y dándoles a los jóvenes el regalo de su larga experiencia.
Como ejemplo personal de
esto, les demostró lo que significa envejecer permaneciendo joven.
La energía de Moisés estaba
intacta debido a que no había perdido el idealismo de su
juventud, su pasión por la justicia y por las responsabilidades que trae la
libertad.
Es fácil abandonar los
ideales cuando se comprueba lo difícil que es cambiar, aunque sea una
pequeña parte del mundo, pero al hacerlo uno se vuelve desilusionado,
cínico, desencantado.
Esa es una forma de muerte
espiritual.
Los que no lo hacen, los que
nunca se rinden, los que ven alrededor de sí un mundo de posibilidades y
alientan y empoderan a los que les siguen, mantienen su energía espiritual
intacta.
Hay algo que nos moviliza al
ver a Moisés, casi a los 120, mirando hacia adelante además de hacia atrás,
compartiendo su sabiduría con los jóvenes, enseñándonos que mientras el
cuerpo puede envejecer, el espíritu puede mantenerse joven ad mea
veesrim, hasta los ciento veinte, si mantenemos nuestros ideales,
devolvemos a la comunidad y compartimos nuestra sabiduría con los que nos
sucederán, inspirándolos para continuar lo que nosotros no pudimos
completar.
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