EL PODER DE LA VIDA. Rosh Ha Shana 5784

 

El poder de la vida

                               Amanda Adriana Arimayn. Arquitecta

Arieh Sztokman. Rabino

 

El dia 15 de setiembre de 2023, al anochecer, del calendario gregoriano, en la comunidad judía del mundo entero comenzamos a celebrar, de acuerdo al calendario hebreo, Rosh Ha Shana 5784.

Rosh Hashaná es el aniversario de la creación. Hayom harat olam , decimos en nuestras oraciones: “Hoy nació el mundo”. 

¿Qué leemos el primer día de Rosh Ha Shana? 

De la Torá, la historia del nacimiento de Isaac. (Genesis 21:1/34) 

De la haftará , el nacimiento de Samuel (I Samuel  1:1-2:10). 

Dos historias de grandes mujeres, Sara y Jana, que deseaban tener hijos, pero no pudieron, y luego fueron bendecidas por Dios.

¿Por qué estas dos historias? Hermosa, sin duda. Pero ¿cuál es su conexión con Rosh Hashaná? La respuesta nos dice mucho sobre la visión extraordinaria, humana y contraintuitiva que se encuentra en el corazón de la vida judía.

Primero, enseñarnos una de las mayores lecciones del judaísmo: que una sola vida es como un universo.

La famosa Mishná de Sanedrín afirma (Steven Spielberg la usó en su película La lista de Schindler) que una sola vida es como un universo. “Quien destruye una vida es como si destruyera un universo. Quien salva una vida es como si salvara un universo”. El nacimiento de una vida humana es como el nacimiento del universo. 

Rosh Hashaná es la fiesta de la creación. Pensemos en el nacimiento de un niño. Pensemos en nuestro propio nacimiento independientemente de la edad cronológica que tengamos. Dado que somos como niños debemos seguir aprendiendo.

El estar vivo es un privilegio no es un derecho.

El nacimiento de un niño no es menos milagroso que la creación del mundo. 

Desde los albores de la civilización, las culturas han estado dispuestas a tomar la vida a la ligera, no sólo mediante el aborto y la eutanasia, sino también mediante la violencia, el terror y la guerra. 

Ser judío es saber que ninguna vida se puede tomar a la ligera.

La vida humana es lo único sobre lo que Dios ha puesto Su imagen, Su semejanza, Su sello. No se refiere a lo externo dado que Dios no tiene imagen sino a lo interno especialmente Su bondad.

En segundo lugar, enseñarnos a mirar hacia el futuro incluso más que hacia el pasado. 

A veces olvidamos que, aunque el judaísmo fue la primera fe en la historia que hizo del recuerdo un deber religioso, es una fe que mira hacia el futuro.  

Una religión que valora a los niños es aquella que piensa en el mañana incluso más que ayer. Es una fe que da un lugar central a la esperanza. El himno del Estado de Israel se llama Hatikva (la esperanza)

Una ola de antisemitismo se ha extendido por todo el mundo, dejando a su paso escuelas quemadas, sinagogas profanadas y judíos temerosos de llevar signos de su identidad en caso de ser atacados. 

Sesenta años después del Holocausto, estas cosas son un recordatorio de cuánto le queda a la humanidad por aprender.

Están en juego dos valores fundamentales. 

Primero está la santidad de la vida. Esto significa, que el terror, el asesinato de civiles inocentes y los atentados suicidas son malos.  

En segundo lugar, los conflictos están alimentados por recuerdos del pasado: un sentimiento de agravio histórico, ira, rabia, resentimiento, humillación, un deseo de recuperar una época que ya no existe y que tal vez, en verdad, nunca existió. 

Los conflictos sólo se resuelven cuando las partes acuerdan dejar de lado el pasado en favor de nuestro deber aún más sagrado para con el futuro: los niños y sus perspectivas y las generaciones que aún no han nacido.

La paz llegará al mundo cuando aprendamos a valorar la santidad de la vida y la importancia de los niños, cuando nos neguemos a incluirlos en nuestras disputas y, en cambio, optemos por resolver nuestras diferencias para que puedan heredar un mundo sin terror ni miedo. De ellos bien puede depender el destino del siglo XXI. Por eso este año oramos: “Oh Dios de la vida, enséñanos a santificar la vida”.

A lo largo de los siglos, el judaísmo ha sido la civilización más centrada en los niños de la historia. Sólo una vez la Torá nos dice por qué fue elegido Abraham: “Para que enseñe a sus hijos y a su familia después de él a guardar el camino del Señor”. Abraham fue elegido por el bien de sus hijos.

Al borde del éxodo, Moisés reúne al pueblo y se dirige a ellos (Éxodo 12-13 ). No habla de: la libertad, el viaje, la tierra de leche y miel. En cambio, habla tres veces de los niños: “Y se lo dirás a tu hijo ese día”.

Los niños han sido las víctimas de nuestra época.

En Occidente han sufrido la ruptura del matrimonio y la explotación de una cultura de consumo, también han sido utilizados por los defensores del terrorismo como cobertura para disparar y, peor aún, como terroristas suicidas.

Hay culturas que viven en el presente. Al final, inevitablemente, pierden el rumbo. Hay culturas que viven en el pasado. Alimentando agravios, buscan venganza.

El judaísmo es el mayor ejemplo en la historia de una cultura que, aunque celebra el presente y recuerda el pasado, vive para el futuro y para sus hijos.

Proponemos un mensaje judío para el mundo en estos tiempos tensos:  olvidar el poder, el orgullo, la violencia, la venganza, la riqueza, el prestigio, el honor, la aclamación – y en su lugar hacer una pregunta: ¿nuestro próximo acto hará que el mundo un poco mejor para nuestros hijos?

Ése es el mensaje de Rosh Hashaná: el día en el que, para comprender el universo, pensamos en el nacimiento de un niño.

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