BASTA DE PALABRAS HUECAS.
BASTA DE PALABRAS HUECAS
Amanda Adriana
Arimayn. Arquitecta
Arieh
Sztokman. Rabino
En este Shabat 12 de julio de 2025 del calendario gregoriano, 16 de tamuz
de 5785 del calendario hebreo, leemos la parashá Balak
(Números 22:2/25:9)
“…Y Balak, hijo de Zipor, que en
ese tiempo era rey de los moabitas, envió mensajeros a Balaam, hijo de Beor,
que vivía en Petor, que está cerca del río en la tierra de los hijos de su
pueblo para decirle: He aquí que un pueblo salido de Egipto cubre la faz de la
tierra y ahora habita frente a mí. Te ruego que maldigas a esta gente porque es
demasiado poderosa para mí. Quizás pueda lograr derrotarlos y expulsarlos de la
tierra porque se que aquel a quien tu bendices bendito es u aquel a quien
maldices maldito es.”
(Números 22:4/6)
Balaam es un profeta y adivino
originario de la Mesopotamia, no formaba parte del pueblo de Israel, que,
aunque conoce la existencia y el poder de Dios, es motivado por la codicia y la
ambición.
La Tora por intermedio de Balak y
Balaam nos enseña hoy muchas cosas que debiéramos aprender.
Balak tiene miedo y por ello ve
cosas que no existen, es decir imagina, “que un pueblo cubre la faz de la
tierra” y ello es imposible. La pregunta que hoy debemos hacernos es que hacer
ante el miedo.
Balak no toma conciencia de la
fuerza que posee como rey de Moab y le concede a las palabras de Balaam más
fuerza que a su propio ejército.
En principio entendemos que
también hoy la palabra tiene mas fuerza que las armas, pero no para maldecir
sino para dialogar.
Hablar es un don que Dios nos
concede, por ende, es importante que nuestras palabras expresen la voluntad de
Dios.
Seamos, cada uno de nosotros,
bendición hablando.
“No con ejército, ni con fuerza,
sino con Mi Espíritu, ha dicho Adonai Tzevaot” (Profeta Zacarias 4:6) y para
ello fuimos creados por ÉL, para ser coparticipes en Su creación.
Desde tiempo inmemorial los seres
humanos se han ocupado de hacer guerras, de matarse y matar a quien desde el
origen de la historia no entendió que estamos hechos a imagen y semejanza de
Dios, que somos hermanos, hijos del mismo padre, pero como en el caso de Balaam
la codicia, la ganancia personal y la desobediencia lo llevó a su muerte y a la
muerte de mucha gente.
El ser humano, como Balaam esta
enceguecido, no ve lo que tiene delante de sus propios ojos.
“Entonces el Eterno abrió los
ojos de Balaam, quien entonces vio al emisario del Eterno en el camino con la
espada desenvainada en la mano…” (Números 22:31)
Esta enceguecido porque quiere
tener todo, incluso quiere tener el dominio sobre el ser humano.
Debemos, así nos enseña la Torá,
aprender a vivir con el otro, con lo otro, y para ello entendemos debemos
dialogar, en lugar de imponer.
Compartir en lugar de competir.
Si decimos que conocemos a Dios,
debemos actuar acorde con nuestras palabras. No es suficiente, como Balaam lo
demuestra, decir que conocemos a Dios, sino por el contrario debemos actuar en
esa dirección.
La palabra. sin la acción que
coincida con ella, es hueca.
Balaam es recordado en la Biblia
hebrea como un ejemplo de alguien que, a pesar de conocer a Dios, priorizó la
ganancia personal y la desobediencia, con consecuencias negativas para él y
para otros.
SHABAT SHALOM
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