GRATITUD

 

GRATITUD

         Amanda Adriana Arimayn. Arquitecta

         Arieh Sztokman. Rabino

En este Shabat 16 de agosto de 2025 del calendario gregoriano, 22 de Elul de 5785 del calendario hebreo, leemos en la Torá parashá Ekev (Deuteronomio 7:12 – 11:25)

 

Cuanto mayor es la cantidad de emociones positivas – alegría, gratitud, felicidad, amor y esperanza – mayor es la probabilidad de que, estemos vivos y en buen estado de salud.

Los pensamientos positivos, desarrollados por los doctores Martin Seligman y Tal Ben Shahar generó el nuevo campo de investigación de la gratificación, así como la profundización del impacto de las emociones en la salud física.

Lo que la medicina entiende ahora acerca de los individuos, lo sabía Moisés de las naciones.

La gratitud – hakarat ha-tov – está en el corazón de sus afirmaciones sobre los hijos de Israel y la Tierra Prometida.

La gratitud no fue la virtud más observada por el pueblo durante la travesía en el desierto.

Se quejó por la falta de comida y bebida, por el maná y la falta de carne y verduras, de los peligros cuando huían de los egipcios y de los habitantes de las tierras a las que estaban destinados.

Careció de gratitud durante los tiempos difíciles, pero el peligro de esta misma carencia sería aun mayor en los buenos tiempos. Por eso advirtió:

Ten sumo cuidado de no olvidar al Eterno tu Dios cumpliendo Sus leyes, Sus estatutos y Sus preceptos que hoy te ordeno guardar. No sea que, bien comido y saciado, con buenas casas edificadas, con abundancia de vacadas y rebaños con el incremento de plata y oro y otros bienes, se ensoberbezca tu corazón, olvidando a Dios, Tu Señor, El que te sacó de la tierra de Egipto, de la esclavitud…

No te digas ‘Mi poder y la fuerza de mi mano me han generado esta riqueza´ (Deuteronomio. 8: 11-17)

Algo similar dijo más tarde el Profeta Jeremías: “Así habla el Señor: Que el sabio no se gloríe de su sabiduría, que el fuerte no se gloríe de su fuerza, ni el rico se gloríe de riqueza. El que se gloría, que se gloríe de esto: de tener inteligencia y conocerme. Porque Yo soy el Señor el que practica la fidelidad, el derecho y la justicia sobre la tierra. Sí, es eso lo que Me agrada – oráculo del Señor -.         

Lo peor que le podría pasar, advirtió Moisés, es que se olvide cómo llega a la tierra, cómo Dios les había prometido a sus ancestros y lo sacó de la esclavitud a la libertad, sosteniéndolo durante cuarenta años en el desierto.

Ésta fue una idea revolucionaria: que la historia de la nación estuviera grabada en el alma del pueblo, que se volviera a representar en el ciclo anual de festividades, y que la nación, como nación, nunca se atribuya sus logros a sí misma – “mi poder y el poder de mi mano” – sino siempre atribuir sus victorias, aun su existencia misma a algo más alto que sí mismo: a Dios.

Este es el tema dominante de Deuteronomio que resuena en el libro una y otra vez.

Hoy conocemos los múltiples efectos que produce el desarrollo de una propensión a la gratitud.

Mejora la salud física y la inmunidad frente a enfermedades.

Las personas agradecidas son más propensas a la actividad física regular y a los chequeos médicos preventivos.

La gratitud disminuye las emociones tóxicas como el resentimiento, la frustración y los lamentos, haciendo menos probable la depresión.

Evita la respuesta exagerada a experiencias negativas, buscando venganza.

Incrementa la autoestima siendo menos esperable la envidia por el éxito o logros ajenos, y tendiendo a generar mejores relaciones personales.

Decir “gracias” refuerza las amistades y mejora la respuesta de los empleados y es un factor positivo para fortalecer la resiliencia.

Es de biennacido ser agradecido.

El recordar eventos que merecen nuestro agradecimiento nos permite superar situaciones penosas, como ser, un duelo o la pérdida de un empleo.

Aprendamos a decir gracias por todo lo que recibimos. Si estamos en verano y hace calor, digamos gracias; si estamos en invierno y hace frio, pues digamos gracias.

Existe una expresión que dice: “gam zu letova” esto también es para bien. Es decir que todo lo que Dios nos da es bueno. Basta de quejas.

Recibimos cuando teníamos menos años de edad una enseñanza: “Si tienes un problema que no tiene solución, no sufras, y si tienes un problema que, si tiene solución, pues entonces no sufras”.

Agradece en dichas circunstancias que tienes la capacidad de enfrentar y resolver interiormente las dificultades que se te presentan.

El Salmo 92 dice: Es bueno dar gracias al Señor y cantar a Tu Nombre, Dios Altísimo… concluye: mi Roca, en quien no existe la maldad.

El rezo judío es un seminario continuo de gratitud.

El Birkot ha-Shajar `las Bendiciones del Amanecer ´ pronunciadas al amanecer de cada día, constituyen una letanía de agradecimientos por la vida misma: el cuerpo humano, el mundo físico, la tierra que nos sostiene y los ojos que nos permiten verla. Las primeras palabras que decimos cada mañana – Modé/Modá ani, “yo te agradezco” – indica que comenzamos cada día diciendo gracias. “Doy gracias ante ti , oh Rey viviente y existente que me has devuelto el alma con piedad, inmensa es Tu fidelidad” Gracias Dios por devolverme mi vida.

Estamos aquí. Podríamos no haber estado. 

De alguna forma, eso convierte cada día en una celebración, y un motivo de agradecimiento, dado que en el centro de nuestro conocimiento está el descubrimiento de que la vida misma es la respiración de Dios.

La gratitud también yace tras una característica fascinante de la Amidá (Oración que decimos en silencio y de pie).

Cuando la persona que dirige la plegaria repite la Amidá en voz alta, se mantiene el silencio salvo para las respuestas de la Kedushá (Santificación del nombre de Dios) o para decir amén después de cada bendición, con una excepción. Cuando la persona que dirige la plegaria dice las palabras Modim anajnu laj “Damos gracias a Ti” la congregación recita el pasaje conocido como Modim de Rabanán. Para todas las restantes bendiciones, la congregación asienta las palabras del que dirige, exclamando Amén. La única excepción es la del Modim, “damos gracias”.  

Los maestros explican que las gracias deben provenir de uno mismo, no se puede delegar en otro.

El agradecimiento debe expresarse directamente partiendo de nosotros mismos.

Parte de la esencia de la gratitud consiste en reconocer que no somos los únicos autores de lo que es bueno en nuestra vida.

El egocéntrico “es desagradecido porque no quiere reconocer su deuda con otros y la gratitud es ese reconocimiento”.

El agradecimiento tiene una conexión íntima con la humildad. Reconoce que lo que somos y lo que tenemos se debe también a otros, sobre todo a Dios.

“Aquellos que son incapaces de agradecer viven en vano; nunca pueden estar satisfechos, plenos o alegres: como dijo Séneca, no viven, se preparan para vivir.

Aunque no es necesario depositar nuestra fe en Dios para ser agradecido, hay algo de la creencia en Dios como creador del universo, modelador de la Historia y autor de las leyes de la vida, que conduce y facilita nuestra gratitud.

Es difícil estar agradecido a un universo que entró en existencia sin ningún motivo y es ciego a nosotros y a nuestro destino. Es precisamente nuestra fe en un Dios personal lo que da fuerza y foco a nuestra gratitud.

Tenemos mucho para hacer en nuestras vidas, pero casi todo lo que tenemos que hacer no las podemos hacer solos, necesitamos de otros seres humanos y de Dios.

Agradecer, decir Gracias, es tan importante para las naciones como para los individuos.

Nos protege del resentimiento y de la arrogancia del poder.

Nos recuerda cuan dependientes somos de otros y de una Fuerza mayor que nosotros. Tanto con los individuos como con las naciones decir gracias es esencial para la alegría y la salud.

 

SHABAT SHALOM

MUCHAS GRACIAS. 

 

 

 

 

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