DONDE DIOS QUIERE QUE ESTEMOS... Parasha Vaikrá
DONDE DIOS QUIERE QUE ESTEMOS…
En este próximo Shabat (Dia de descanso), 25 de
marzo de 2023 del calendario gregoriano, 3 de Nisan de 5783 del calendario hebrero,
leemos en la Torá (Primeros cinco libros de la Biblia) la parashá (sección)
Vaikrá (Llamó) Levítico 1:1 – 5:26
La diferencia entre un don y una vocación,
entre lo que hacemos bien y lo que hemos sido llamados a hacer.
Son dos cosas muy distintas. Podemos hacer muchas
cosas, pero lo que da una dirección en la vida y un sentido, es la sensación de
misión, algo que hemos sido llamados a hacer.
Eso es lo significativo de la palabra con que
comienza la parashá de esta semana, la que le da el nombre al libro
entero: Vaikrá, “Él llamó.”
La respuesta es que el llamado de Dios a Moisés era
algo anterior y distinto del que Dios hizo después.
El posterior se refiere a los detalles.
El anterior fue el llamado, la misión, no demasiado
distinto al primer llamado de Dios a Moisés en la zarza ardiente, donde lo
invitó a realizar la tarea que definiría su vida: la de liderar al pueblo en el
exilio, y conducirlo de la esclavitud a la libertad en la Tierra Prometida.
¿Por qué este segundo llamado?
Quizá porque el libro de Vaikrá aparentemente no
tiene nada que ver con Moisés.
Cabe aclarar que el nombre que se le asigno a este
libro es Levítico.
El nombre original dado por los sabios era Torat Cohanim,
“la Ley de los Sacerdotes” y Moisés no era sacerdote, ese rol le pertenecía a
su hermano Aarón.
Es como si Dios le estuviera diciendo a Moisés:
esto también es parte de tu vocación.
No eres sacerdote, pero sí el medio a través del
cual Yo puedo revelar todas mis leyes, incluyendo las de los sacerdotes.
Tendemos a tomar el concepto de vocación, la
palabra misma deriva del latín “llamado”, como si toda cultura tuviera esa
idea.
El gran sociólogo alemán Max Weber (1864-1929)
señaló que la idea de vocación, tan central a la ética social de la cultura de
Occidente, es esencialmente “una concepción religiosa, la de una tarea encomendada
por Dios.”
Nació en la Biblia hebrea. En otros lados había
poca comunicación entre los dioses y los seres humanos.
La idea de que Dios pudiera invitar a seres humanos
a ser Sus socios y emisarios era revolucionario.
Sin embargo, de eso trata el judaísmo.
La historia judía comienza con el llamado de Dios a
Abraham, para que deje su tierra y su familia (Genesis 12:1).
Dios llamó a Moisés y a los profetas.
Hay un relato especialmente vívido acerca de la
visión mística de Isaías en la cual vio a Dios en un trono y rodeado de ángeles
cantores:
¿Entonces oí la Voz del Señor diciendo, “A quién
enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?” Y yo dije, “Acá estoy yo. ¡Mándame a mí!”
(Isaías 6: 8)
El momento más conmovedor es el relato del joven
Samuel, dedicado por su madre Jana a servir en el santuario de Shiló donde
ejercía como asistente del sacerdote Eli.
A la noche, en su cama, oyó una voz que lo llamaba
por su nombre. Supuso que era Eli.
Corrió para ver qué quería, pero Eli le dijo que no
lo había llamado. Lo mismo ocurrió la noche siguiente y luego una tercera vez,
por lo cual él dedujo que era Dios el que llamaba al niño. Le dijo a este que
la próxima que oiga el llamado le contestase “Habla, Señor, que tu servidor
está escuchando.”
No se le ocurrió al niño que Dios lo estaba
convocando para una misión, pero era así. Así comenzó su carrera como profeta,
juez y encargado de ungir a los dos primeros reyes de Israel, Saúl y David (1
Samuel.3:4/10).
Estos eran todos llamados proféticos, y las
profecías terminaron durante el período del Segundo Templo.
Sin embargo, la idea de la vocación permanece para
todos los que creen en la Divina providencia.
Cada uno de nosotros es diferente y por lo tanto
cada uno de nosotros posee talentos y habilidades para aportar al mundo.
El hecho de que estemos nosotros aquí en este
lugar, en este tiempo, con estas habilidades, no es accidental.
Tenemos una tarea para realizar, y Dios nos está
convocando para hacerla.
La persona que hizo más que nadie para transmitir
esta idea a nuestros tiempos fue Viktor Frankl, el psicoterapeuta que
sobrevivió a Auschwitz.
Ahí en el campo se dedicó a comunicar a los
prisioneros la voluntad de vivir. Lo hizo haciéndoles ver que sus vidas no
habían acabado, que aún tenían una tarea que realizar, y que por lo tanto
tenían un motivo para sobrevivir hasta la terminación de la guerra.
Frankl insistía en que el llamado venía de afuera
de él.
Decía que la pregunta correcta no era ¿“Qué quiero
yo de esta vida?” sino ¿“Qué quiere esta vida de mí?”
Frankl creyó que “Cada ser humano constituye algo
único, y cada situación en la vida ocurre una sola vez.
La tarea concreta de cualquier persona tiene que
ver con esta particularidad y esta singularidad.”
La esencia de la tarea, argumentó, es que es auto
trascendente.
Viene de afuera de uno y nos desafía más allá de
nuestro mero interés. Descubrir esa tarea es encontrar que la vida tiene un
sentido y un propósito.
Todo logro significativo requiere una esforzada
preparación.
No es casual que el inicio de Vaikrá comience con
un llamado, ya que se trata de un libro sobre sacrificios, y la vocación
implica sacrificio.
Al concepto sacrificio se le asigna una carga
negativa que no tiene, dado dicho concepto está compuesto de “sacro” + “oficio”
es decir una tarea sagrada.
Nuestra cultura occidental nos ha transmitido el
concepto “sacrificio” con un significado absolutamente negativo, cuando en
realidad cada cosa que hacemos debiéramos hacerla con alegría, dado que es una
tarea sagrada y sabiendo que es en beneficio nuestro y de los otros.
En el pasado el concepto sacrificio era sinónimo de
muerte.
¿Hoy, siglo XXI, seguimos con el mismo concepto?
Si la respuesta de cada uno es afirmativa,
debiéramos encontrarnos para aprender a darle significado positivo.
Dios tiene una tarea asignada a cada uno de
nosotros: un trabajo que hacer, una bondad a demostrar, un obsequio que dar, un
amor a compartir, una soledad a aliviar, un dolor a mitigar, o una ayuda para
reparar vidas quebradas.
Discernir esta tarea, escuchar el llamado de Dios,
es lo que da a la vida sentido y propósito.
Donde lo que queremos hacer coincide con lo que es
necesario hacer, ahí es donde Dios quiere que estemos.
Amanda Adriana Arimayn. Arquitecta
Arieh Sztokman. Rabino
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